PROCESO

DE

FORMACIÓN

Este es el sentido de la vocación a la vida consagrada: una iniciativa enteramente del Padre (cf. Jn 15, 16), que exige de aquellos que ha elegido la respuesta de una entrega total y exclusiva.  La experiencia de este amor gratuito de Dios es hasta tal punto íntima  y fuerte que la persona experimenta que debe responder con la entrega incondicional de su vida, consagrando todo, presente y futuro, en sus manos. Precisamente por esto se puede comprender la identidad de la persona consagrada a partir de la totalidad de su entrega, equiparable a un auténtico holocausto. (Vita Consecrata 17).

Aspirantado

Ante la joven que se plantea la posibilidad de responder a la llamada de Dios para formar parte de nuestra comunidad, la Iglesia nos invita a iniciar un proceso especial de acompañamiento: el aspirantado. Son 12 meses, de acompañamiento especial, para asegurar las bases humana y cristiana. Al mismo tiempo es un tiempo donde se permiten distintas experiencias en la comunidad: tiempos de convivencia en el interior de la clausura, compartiendo plenamente el día a día de la comunidad.

Postulando

Es el primer año en comunidad, donde, de forma gradual, se va adentrando en nuestra forma de vida. Se convive con la comunidad, y se tiene un tiempo diario de estudio. Es acompañada en el mismo y en todo lo que toca a su iniciación en la vida común y religiosa por una maestra, que trata de comprobar y asegurar la base humana y cristiana conveniente para poder iniciarse en la vida religiosa.

Noviciado

Durante dos años este tiempo propio de iniciación a la vida religiosa, más intenso, se desarrolla con una dedicación mayor a la formación tanto en tiempo como en acompañamiento de la maestra, para que la novicia pueda adquirir una clara idea de lo que es y supone una consagración a Dios como agustina contemplativa.

Profesión Temporal

Por cinco años, renovando anualmente la profesión, se vive la plenitud de la consagración a Dios. Durante este tiempo se prosigue la obra de formación iniciada en el noviciado.

Profesión Solemne

Con la Profesión Solemne la Hermana se vincula irrevocablemente a Cristo y a la Iglesia, y se incorpora definitivamente al propio Monasterio, pasando a ser miembro de la Orden para siempre. (Constituciones nº 222).