Andrea Leoz

Me llamo Andrea Leoz , tengo 25 años y soy de Valencia. Estudio Auxiliar de enfermería.

Habrá un momento en nuestras vidas que el corazón desea buscar el sentido de la vida, es inevitable, te lo digo yo que lo vivo constantemente. Y es que parece que es Dios quien nos busca, cuando no es así del todo… somos nosotros también quien lo buscamos inconscientemente, una gran necesidad tiene mi vida de Dios, parecerá increíble siendo yo, una joven loca, rebeldilla y alegre de la vida. Pero en este mundo nos podemos sorprender de las grandes obras de Dios.

Alguien me propuso hacer un parón en mi vida, después de enfrentarme ante el océano de mi vida que estaba alborotado y que con la fuerza de Dios me ayudó a calmar las olas. Pues así fue, con paz y alegría quise irme el 7 de septiembre a hacer un pequeño retiro con la comunidad de las Agustinas Contemplativas, en Sant Mateu.

Lo cierto es que antes de la fecha tenía el corazón muy cerrado, y con la mente de que estaría angustiada, o lo pasaría mal, o todos esos pensamientos negativos que a muchos nos pasa en nuestras cabezas, y todo por miedos que todos pasamos en nuestras vidas, es algo tan humano y tan normal. Pero muy fuerte actuó mi mente y no dejé esa oportunidad a mi corazón de decirme en mi interior ‘’disfruta’’.

Llegó el día de mi retiro, algo me cambió la perspectiva, pues me desperté con una alegría y unas ganas de ir y con pequeños nervios pero a la vez con muchas ganas. Mi mente ya no actuó tanto, y me dije a mí misma que éste día era otro nuevo día que Dios me regaló, el saber que HOY es un nuevo día y que ese hoy no se recuperará jamás, era único y tenía que aprovecharlo de verdad y con corazón. Y así fue, en esos días de retiro disfruté muchísimo de verdad y con corazón, pude saborear ese silencio que tanto necesitaba, esa paz que mi corazón buscaba. El Señor me regaló el poder vivir ese silencio con Dios. No temía a la soledad ni al silencio. Porque cuando el corazón ha vivido algo parecido, de esa experiencia que Dios te regala, creo más firmemente que es un don el poder revivir el encuentro de a solas con él solo.

A la hora de irme por el monte, fue un gozo, sobre todo cuando no llevaba encima ningún medio de comunicación en la montaña, eso fue lo mejor, caminar sin rumbo, me dijeron llega hasta la ermita, pero yo seguí andando hasta las afueras, observando toda la belleza que Dios nos regala. Escondida en lo escondido de su morada, así lo viví, algo tan sencillo y tan vital para mí.

Con la comunidad, estoy sin palabras, noté muy fuerte que eran tan acogedoras, y tan llenas de Dios. La verdad que me sentí muy en familia en todo momento, sobre todo a la hora de compartirles a las hermanas mi historia, algo que vale la pena compartirlo a la gente, siendo una fuente de luz y esperanza en las personas más sufridas.

De este retiro en Sant Mateu me llevo algo especial, la alegría de que he podido vivirlo con el corazón abierto, con mucha paz y serenidad, algo que me hacía falta, pero también el poder sentirme acogida y tan cuidada por la comunidad eso fue un regalazo. También me he dado cuenta la gran necesidad que yo deseaba de Dios, esa fuerza suya que todos necesitamos en nuestras vidas, día a día, sin él mi persona se apaga. Aunque mi personalidad sea alegría y locura constante, todos necesitamos de Dios siempre y en este retiro me llevo el tesoro más preciado: el amor de Dios por mí. La vida es bonita y con sentido cuando todo lo hace Dios.

Andrea Leoz