
Ana Cristina Gutierrez
Esperando en la estación de tren después de casi una semana con las hermanitas no puedo evitar tararear una canción. Estoy tan agradecida, siento una paz y una alegría tan grande como si llevara un tesoro en el corazón; y es que lo llevo. En este tiempo he aprendido a dejar a Jesús entrar en mi corazón, a escucharlo, a verlo alrededor mío y en los demás…a dejarme guiar por Él un poquito más. Como dijo la madre Gemma, el “estar en su presencia como si de broncearse frente al sol se tratara” ha dejado un gran efecto en mí. Tengo claro que esta fecha marca un antes y un después en mi vida; que con la gracia de Dios, la ayuda de María y la oración y ejemplo de las hermanitas seguiré avanzando con y hacia Jesús…si Él quiere, ¡hasta el cielo!