
Alba Salvador
Soy Alba y tengo 21 años. Lo normal cuando te planteas o te plantean hacer un retiro es sentir miedo o rechazo por varios motivos. Sin embargo éste no iba a ser mi primer retiro, por lo que la decisión de venir al monasterio de Santa Ana fue precedida de ilusión y esperanza. Cada vez que busco al Señor de corazón en lugares como éste nunca me defrauda.
Sin dudarlo definiría estos días con dos palabras: “descanso y luz”. ¡Cuántos detalles de AMOR me ha regalado el Señor en estos días!
Me ha encantado estar en contacto y pasear por la naturaleza (muchas veces pensamos que ir de retiro es estar todo el día en la Iglesia o en la habitación), ¡que paisaje tan bonito reflejo del AMOR de Dios! Que sabias palabras y consejos me han aportado las hermanas, las guardo en el corazón. Su humanidad, el servicio gratuito hacia mí y la alegría que desprenden sus ojos y sus rostros… me ha impresionado las conversaciones con las hermanas, cada testimonio de sus vidas y del encuentro que han tenido con Dios me reafirma que Dios me ama y que no tiene en cuenta NADA. La oración, la intimidad con el Santísimo expuesto, la comunión, la auto-reflexión… todo esto me ha ayudado a ver a un Dios cercano, entender ciertos sufrimientos o simplemente, a poder descansar sabiendo que el Señor me escucha.
Vuelvo con más fuerzas a mi casa, viendo aspectos de mi vida desde otra perspectiva. Y como me dijo una gran amiga en la fe: “ÁNIMO, al ir se va llorando, más al volver se viene cantando”. Ojalá toda mujer experimentara por lo menos una vez en la vida lo que es estar aquí.
GRACIAS SEÑOR, gracias hermanas.