NUESTRO DÍA

06,00 h. Levantarse

El día comienza pronto, esto nos permite tener tiempo suficiente para la oración, el trabajo y el estudio. El disponer de un buen espacio de contemplación ante el Señor, que es fuente y meta de nuestra actividad diaria, a primera hora del día nos ayuda en todo nuestro quehacer para ofrecerle todo nuestro día, nuestra vida. 

06,30 h. Laudes, Oficio, oración

Juntas, en el coro, ante la presencia de Jesús en el Sagrario, iniciamos nuestra labor orante con la plegaria que la Iglesia nos confía en la liturgia de las horas. Así tras el ofrecimiento de obras y el Ángelus, el rezo cantado de los Laudes marca el inicio del día con la alabanza, la escucha de la Palabra de Dios y la intercesión. Una hora de meditación prolonga esta labor del espíritu.

08,15 h. Rosario y tercia

Finalizamos este momento fuerte y matutino de oración con el rezo del Rosario y Tercia.

09,00 h. Desayuno y Trabajo

 

La comunidad se junta en el refectorio para las comidas y esta es la primera de la jornada.

Junto a la oración, el trabajo es un momento fuerte que ayuda a equilibrar nuestras energías y nos hace experimentar en la propia persona la ley del trabajo que, por una parte nos hace colaboradoras de la obra del Creador y por otra, participamos de la común tarea de ganarnos el pan. En silencio vamos cada una a su respectiva tarea.

13,00 h. Sexta
Volvemos al coro para la hora intermedia de sexta, donde podemos ofrecer los primeros esfuerzos del día.
13.15 h. Almuerzo

Durante la comida escuchamos primero un fragmento del Evangelio seguido de lecturas que alimenten el espíritu  mientras alimentamos el cuerpo. A mitad de la comida, señalado por el toque de campana, iniciamos nuestro momento de expansión, de contarnos noticias, vivencias de la mañana, anécdotas… momentos que alimentan sobremanera la fraternidad y la unidad entre todas.

14,00 h. Silencio

Equilibra el espíritu y el cuerpo este momento en que en total silencio, durante una hora, las hermanas disponen de un tiempo libre personal para el descanso, la oración personal, el paseo, la lectura y escritura, o cualquier otra acción llevada a cabo en completo silencio.

15,15 h. Nona

De nuevo volvemos al coro para retomar el ritmo de oración con el rezo litúrgico de la hora nona al que añadimos la Coronilla a la Virgen, una devoción mariana propia de nuestra Orden.

15.30 h. Estudio

Para todas las que están en periodo de formación inicial empieza al tiempo de estudio fuerte. Las profesas de solemnes lo tienen más opcional, pero a todas la tarde nos posibilita la parada de la actividad y el ritmo más sereno.

17,45 h. Lectura espiritual

Con este estimado momento de lectura, durante 45 minutos, vamos alimentando, silenciando y preparando el espíritu para el siguiente momento fuerte de oración que nos disponemos a iniciar.

Cada una, en su celda o lugar de estudio, lleva a cabo esta tarea en silencio.

18,30 h. Vísperas, oración

Al rezo cantado de las Vísperas, oración de adoración y acción de gracias que la Madre Iglesia pone en nuestras manos, le sigue la meditación.

19,30 h. Eucaristía
Como signo y confirmación de nuestra consagración común, participamos en la Eucaristía cada día. Ella es el centro de nuestra jornada, la que da sentido, vida y fuerza a nuestra consagración y nuestra vida.
20,30 h. Cena

Nos reunimos para la última refección del día.

21,30 h. Recreo
Otra media hora de recreación, de compartir, de gozar comprobando cuán reales resultan las palabras del salmo 132: «Ved qué dulzura y qué delicia es convivir los hermanos unidos», hacen que vayamos dando fin a nuestra jornada.
22,00 h. Completas
Y en el nombre del Señor, con el deseo de ofrecer también para su gloria las próximas horas de nuestro descanso, nos dirigimos por última vez al coro para el rezo de Completas, últimas oraciones de la Iglesia, que concluimos con el rezo y canto a Nuestra Señora, de la Salve Regina u otra de las más sabrosas oraciones a ella dirigidas.
22,15 h. Silencio mayor
Y en el nombre del Señor, con el deseo de ofrecer En silencio completo nos retiramos para el necesario descanso que nos permita reiniciar el nuevo día que el Señor nos regala con cada amanecer.