NUESTRA VIDA

Hemos sido llamadas por Cristo a ofrecerle nuestras vidas en una comunidad monástica y agustina. En ella, al compartir nuestra vida con otras hermanas a las que no conocíamos, pero que ahora son nuestras hermanas, descubrimos como la vida de comunidad -uno de los rasgos específicos de nuestro carisma agustino- es una gran riqueza; cada hermana aporta sus dones, talento, personalidad. Las ancianas son estimulo, de ellas admiramos su sabiduría y experiencia; nuestras hermanas más jóvenes traen un sentido fresco de celo y energía; mientras las hermanas más experimentadas traen el ejemplo de perseverancia y fidelidad.

Cada día, buscamos a Dios, por Cristo, bajo la guía del Espíritu Santo, a través de la oración litúrgica – que la madre Iglesia nos ha confiado-, a través de la meditación de la Palabra de Dios y la vida interior que alimentamos con el silencio y el recogimiento propios de nuestra vida monástica.

 

Tenemos una serie de trabajos comunes para el sustento material de la comunidad, el principal de ellos: la elaboración de pastas, que nosotras mismas vendemos en una pequeña tienda en el mismo convento, también plancha y almidonado de ropas. Todo trabajo lo realizamos en silencio, para mantener el clima de oración que nos permita escuchar al Maestro interior, Cristo, en nuestro corazón. Oración, trabajo y estudio forman, a grandes rasgos, el entramado de nuestra vida.

Así somos, así vivimos. Os mostramos lo más esencial de nuestra vida.