AGUSTINAS CONTEMPLATIVA CLAUTRALES
Somos una comunidad de monjas Agustinas
de vida contemplativa y clausura
Nuestra comunidad sigue los carismas de la Orden de San Agustín, realizando esto a través de nuestra vocación de vida contemplativa y en clausura. La Orden, la contemplación y la clausura son los elementos fundamentales que definen nuestra vida y entrega a Dios.
MONJAS AGUSTINAS
Desde el origen de la Orden de San Agustín, algunos monasterios femeninos nacieron por iniciativa de la Orden misma; otros, que ya seguían la Regla agustina, se asociaron a la Orden espontáneamente.
En nuestra Orden, la Profesión Religiosa, con la cual nos consagramos a Dios, es considerada como la raíz y el principio de nuestra plena comunión de vida y de nuestra igualdad fraterna.
El elemento fundamental de la vida agustina es la vida común, en virtud de la cual las Hermanas, arraigadas y unidas en el amor de Cristo, mientras tienden incesantemente a la interioridad y a la búsqueda de Dios, se sirven mutuamente, intentan desarrollar los talentos naturales de la persona humana y trabajan con todas las energías por el bien de la comunidad. En este género de vida, las Hermanas no poseen nada como propio, sino que viven de los bienes comunes.
En la orden de San Agustín el concepto de Comunidad no se agota ni se circunscribe a los límites de la Comunidad local. En consecuencia, el sentido más pleno de la comunidad en nuestros Monasterios, aun conservando su autonomía, se realiza en la comunidad de toda la Orden y en comunión con toda la Orden. Ella es nuestra principal Familia, que se ordena al bien de la Iglesia, comunidad suprema de todos los cristianos
De hecho las monjas completan en la Orden la manifestación de aquellos carismas que el espíritu Santo quiso expresar a través de esta fundación monástica; más aun, son la expresión viva del aspecto más sublime, aquel que todos y cada uno de los miembros de la Familia Agustiniana deben codiciar como la plenitud de la perfección. Así es como las monjas pueden ser activas en los Hermanos, y los Hermanos contemplativos en las monjas.
(De las Constituciones de las Monjas Contemplativas de la Orden de San Agustín)
VIDA CONTEMPLATIVA
Interpeladas por las palabras de Jesús que alaba al que sabe sacar de su arca lo nuevo y lo viejo, conscientes del peso y riqueza de tradición de la que nuestra vida es heredera, y constatando la urgencia que nuestro mundo tiene de la vivencia de una vida contemplativa que testimonie la supremacía de Dios, tratamos de revitalizar nuestra vida intensificando su aspecto de íntegramente contemplativa. Con nuestro especial carisma agustino tratamos de vivir la vida contemplativa a través de la vida común, y en ella y por ella hacernos fuertes en la fe, «especialistas» en la vida del Espíritu.
“Pongo a Dios por testigo de que, desde mi punto de vista personal, yo preferiría dedicar todos los días algunas horas a un trabajo manual, y el resto del día tener el tiempo libre para leer, orar y estudiar saboreando las Sagradas Escrituras, tal como está establecido en los monasterios” (San Agustín)
CLAUSURA
Complementamos el carisma agustiniano con la vida contemplativa y en clausura. Con nuestra vida retirada, en silencio y soledad tratamos de mantener el mejor «ecosistema» para el espíritu, para el nuestro y para los de quienes se acercan a nosotras en busca de la cercanía de Dios, la oración, el discernimiento, el silencio y la paz que siempre se encuentra en un monasterio.
«La voz de Dios es dulzura y suavidad. Pero no puede ser oída a no ser que el hombre silencie en su corazón el ruido y la confusión de este mundo» (San Agustín)»
«En la soledad, si escuchas atentamente, Dios se deja experimentar. Pero para contemplar en ti mismo a Dios es necesario el silencio» (San Agustín)»