Clara Pardo

Me llamo Clara, tengo 22 años y soy la 5ª de 9 hermanos.

En septiembre de 2011, decidí ir al Monasterio de Santa Ana en San Mateu para hacer un retiro.

La experiencia fue muy bonita, aunque al principio muy dura para mí. Lo de dura no fue por otra cosa que por la soledad y el miedo que yo sentía al principio. Recuerdo que cuando llegué al convento me temblaba todo, me costaba hablar e incluso, raro de mí, sonreír. Raquel me dijo que me tranquilizara, que aunque los nervios y el miedo me pudiesen el Señor me amparaba, que no tuviera miedo. Me costó un poco creérmelo porque, al verme en la soledad de la habitación, casi me da un jamacuco, y me entraron unas ganas enormes de irme de allí, pero eso no ocurrió.

A la mañana siguiente al levantarme recé, y fue como si parte de mi angustia remitiera. Las hermanas me dijeron que fuera a la ermita, me diera un paseo y rezase, y así lo hice. Fue una experiencia muy bonita, porque aun sintiendo soledad, se me fueron casi todos los males.

Una de las cosas que pensaba que me costaría mucho era rezar tanto y hacer oración, pero no fue así, cuando terminaba todo, levantaba la cabeza como diciendo: “No puede ser que se haya terminado el día”, y, aparte de esto, hay que decir que mis temores se esfumaron. No sentía soledad, estaba más tranquila de lo normal, y lo más importante es que sonreía como si nada.

También me gustaron mucho las charlas en la hora de la comida con la hermana María Teresa, y también las del café con Raquel, y no me olvido de las palabras de la hermana Gemma. Y de la que tampoco me olvido es de la Madre superiora; me dio tantas palabras de amor y sabiduría, que quedaron directamente grabadas en mi corazón.

Una de las cosas que más me impresionó de todas las Hermanas, y que no esperaba para nada, es el que fueran tan divertidas y risueñas. Lo que más me asombró fue que estuvieran tan contentas, me transmitieron una paz y alegría, que no se puede ni expresar. Lo que sentí el día que compartieron conmigo el recreo, al ver a la comunidad, en pocas palabras, es que aluciné.

Esto es todo lo que os puedo decir de mi retiro, un retiro algo pobre pero con mucha sustancia, a lo cual debo añadir que esa semana me cambió completamente la vida, desde esa semana soy más feliz, y también me ha hecho mejor persona.

Gracias a todas y jamás os podré agradecer suficiente todo lo que me habéis ayudado y rezado por mí.